Hace ya cuatro semanas que estamos encerrados, y como es lógico la parte psicológica empieza a flaquear, lo más normal es que a partir de las dos semanas, eso si no nos ha aparecido antes por la perspectiva de estar confinados, comencemos a tener al menos desazón psíquica, es decir una angustia a nivel ideacional que nos agobia, pero que no nos produce síntomas fisiológicos. El siguiente paso en graduación es la ansiedad, la cual ya se manifiesta de forma física en diferentes sistemas, bien muscular, con tensión en el pecho, la espalda, garganta u otras zonas del cuerpo, bien problemas gastrointestinales variados, circulatorios o respiratorios; que se presentan habitualmente con malas digestiones, dolores o molestias en el estómago o en el intestino, ritmo cardiaco más rápido y tensión alta, o una respiración más agitada, y en el peor de los casos podemos llegar a una fase de mayor intensidad sobre todo en los problemas de tensión muscular, tasa cardíaca alta en determinados momentos y disnea, causándonos lo que se denomina crisis de ansiedad, de menor o mayor intensidad, pudiendo llegar en algún caso extremo a la llamada crisis de pánico, que no es otra cosa que el aumento de nivel en algún punto con respecto a la de ansiedad, pero cuya interpretación durante su trascurso y posteriormente al hecho es mucho más negativa.
Al mismo tiempo que estas situaciones suben los niveles de ansiedad, el estado de ánimo suele bajar de forma insidiosa, es decir, baja muy poco a poco cada día o semana pero de forma progresiva, de manera que no se percibe casi al principio, pero llega un momento en que es tan evidente, que sí somos conscientes de que algo está pasando en nuestro ánimo. Además esto, puede acontecer en forma de distimias, es decir, subidas y bajadas del formato anímico a lo largo del día o de un día a otro, que se suceden con mayor o menor duración, cuya causa son los pensamientos que tengamos en una y otra fase. Este bajo estado de ánimo o estos cambios, pueden ser leves o moderados cursando con desmotivación, anergia, falta de ilusión, pocas de ganas hacer o disfrutar; o en grado más alto, con problemas de sueño, tanto insomnio como hipersomnia, atonía, desidia, pereza desproporcionada, inapetencia o apetito desmesurado tanto alimentario como sexual, y visión futura sesgada y negativa.
¿Qué podemos hacer para mitigar estos síntomas ansiosos y depresivos que nos produce la situación de confinamiento?
Lo primero es no perder la perspectiva de lo que está pasando, tener claro en nuestro cerebro que es algo puntual, que dura un tiempo limitado muy insignificante, en proporción a lo que es longitudinalmente nuestra vida, así que es importante relativizar, mirar la globalidad y no quedarnos en el detalle focalizados sin ver el resto, que nuestra vida no es esto de ahora, sino que está en las expectativas futuras de una existencia normal.
Pensar que estamos actuando lo mejor que se puede en este momento, y no provocarnos desasosiego sin finalidad alguna, buscando respuestas alternativas diferentes, porque no las hay ahora y no nos hacen falta tampoco, simplemente estamos protegiéndonos, cuidándonos y cuidando a personas que queremos, las cuales no vemos porque las podemos dañar seriamente, debido a su edad avanzada o a otro tipo de problemas patológicos añadidos, por sus peculiaridades vitales o genéticas, y por supuesto haciéndole un buen favor a nuestra sociedad en general.
Confeccionar estrategias vitales adaptadas a la situación, distinguiendo entre los fines de semana o festivos y días laborables, hacer claramente una diferenciación, para tener una buen contraste en los hábitos entre los unos y los otros. Ponerse horarios diferentes, actividades distintas, refuerzos que no sean los mismos, actitud diferente. Darle a los días de asueto, un toque que sea exclusivo y de mayor potencial, en todos los repertorios de conductas que se puedan, y claro está disfrutarlos.
Ducharnos y vestirnos cada día como si fuéramos a salir a trabajar a la calle, sin olvidar nuestra colonia, nuestros complementos; cuidar la imagen influye mucho en el estado de ánimo, hemos de vernos bien para sentirnos mejor. Tener hábitos deportivos al menos dos o tres días a la semana, para activarnos tanto fisiológicamente como psicológicamente, esto también reducirá la ansiedad y mejorará el estado anímico sin duda.
Hacer comidas elaboradas en las que disfrutemos tanto en la preparación como en la degustación de las mismas, permitirnos si es un día especial algo más caro que teníamos pendiente o alguna cosa que tengamos que trabajarla mucho más, alguna bebida diferente, agradable y divertida, zumos tropicales y mediterráneos, tés e infusiones con limón, frutas, jengibre, aguas aromatizadas con melocotón, albaricoque, cereza.
Me parece muy importante señalar, que en el caso de que decidamos tomar alcohol, ha de ser siempre con moderación, y por supuesto en personas que puedan y no tengan problemas, mejor beber algo que sea fermentado que destilado debido a su alta graduación. No olvidar que el alcohol siempre es ansiógeno y depresor; genera ansiedad y baja el ánimo pasado su primer efecto inicial satisfactorio y euforizante, con lo que esto representa en cualquier momento y mucho más en este, ya que podemos obtener sin darnos cuenta lo contrario a lo buscado, así que cuidado.
Buscarse actividades reforzadoras y gratificantes que hacer dentro de la situación; limpieza de grandes y pequeñas cosas, arreglo de enseres, bricolaje, pintura, manualidades y un montón de acciones más que nos harán pasar ratos muy agradables y productivos. No olvidarnos de la maravillosa tecnología que tenemos ahora, estamos en el siglo XXI y las posibilidades son francamente enormes, no vivimos en el 1870 y tenemos como mucho unos cuantos libros en el mejor de los casos. El acceso a música, juegos, vídeos, películas, información, cultura, comunicación interpersonal es brutal si lo apreciamos, así que nos amenizarán sin duda mucho el tiempo que dure el encierro, siempre que los valoremos.
Autor.
Psicoterapia Sexología Coaching Cursos
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2 Comments
Javier Nogal
Muy interesante todo lo que dices y sobre todo muy aplicable al momento por el que estamos pasando.
Gracias Fernando
Esther
Muchas gracias Fernando.
Muy útil como siempre
Un besazo